martes, 25 de noviembre de 2008

Cortarse las venas

En serio, ya no sé si cortarme las venas, o dejármelas largas (cójase la expresión por donde hay que cogerla, no se me vayan a asustar más de la cuenta), porque cada día que pasa, vivir en esta Comunidad que nos ha tocado habitar, sufrir y padecer, se está convirtiendo en algo cada vez más insano. No ya sólo porque las oportunidades para los jóvenes en cuanto a trabajo, bienestar y futuro, según el tiempo tiende a infinito se igualan a cero en Castilla y León, sino porque parece que en una vida pasada, todos los habitantes que poblaron este nuestro terruño mesetario, debieron haber cometido atrocidades de lesa humanidad impresionantes, por lo que el karma, el destino, o quien demonios tenga la potestad y autoridad de poner un poco de orden en el caos que es el Universo infinito, nos está castigando en el presente. Si no, en mi limitada capacidad humana, no logro asimilar tanta incompetencia, tanta caradura, tanta desfachatez, tanta demagogia y sobre todo, tanta mala saña e inquina de los personajes, por llamarlos de alguna manera, que nos gobiernan. Algo muy malo en el pasado, o incluso en el presente, hemos tenido que hacer, para tener que sufrir esta exagerada penitencia. Hace tiempo, bastante tiempo, escuché o leí por alguna parte una frase que se me quedó grabada a fuego en la mente; aquella que dice que los más felices son los ignorantes. ¡Cuán grande es la sabiduría popular! Pero por extensión, yo añadiría al selecto grupo, no sólo a los ignorantes involuntarios (podríamos hablar largo y tendido del sistema educativo español), sino también a los ignorantes voluntarios; aquellos a los que una úlcera gástrica sangrante provocada por los malos ratos que tienen que pasar cada vez que abren un periódico, sintonizan la radio o encienden un televisor, les hizo replantearse su modo de ver las cosas. Por pura responsabilidad personal, decidieron hace tiempo mirar hacia otro lado, y pasar su tiempo existencial lo mejor posible. Cerrar los ojos, y todo solucionado. Ojos que no ven, corazón que no siente, y por ende, estómago, ácidos y bilis en su sitio. Todo paz y tranquilidad. Y es que cuando te das cuenta de que todo son favores debidos, mangoneos extremos, decisiones que atentan contra la lógica más elemental, pura política de mierda (con todas las letras, desde la m hasta la a), servilismo puro y duro, corrompimiento supino, te dan ganas de unirte al club de los ignorantes. ¿Pero lo más gracioso de todo? Que me he vuelo a quedar sin sitio para poder expresar lo que tenía en mente, por hablar de mierdas corrompidas y política autonómica. Curioso conjunto… ¿verdad?

No hay comentarios: