miércoles, 30 de abril de 2008

Pecados capitales


Podría escribir largo y tendido sobre los pecados capitales (que si la pereza y el modus operandi, que si la gula con las tortillas y el chocolate, etc etc), pero esto fijo que también (si no lo es, que no me los sé todos de memoria) es un pecado capital. Pero... ¡no me pude resistir!

Y algunos dirán (si es que esto lo llega a leer finalmente alguien aparte de Herr Alberto y algún que otro despistado), que menuda mierda de entrada, después de semana y pico sin escribir nada. ¡Pues es lo que hay! El otro día Sánchez Dragó dedicó una entrada en su blog a su gato Soseki, porque le daba la gana y él escribe de lo que le sale de lo que su gato no tiene, así que... aquí igual.

Ale... y ya va siendo hora de irse a la cama, que mañana a las 9 toca examen de inorgánica; Grupo 14 (C, Si, Ge, Sn y Pb), junto con el tema de metalurgia extractiva. Y me parece a mí que mañana voy a salir del proceso de extracción, pero en vez de por donde sale el hierro fundido, por el otro lado... ¡escaldado!

Ya contaremos...

domingo, 20 de abril de 2008

Otra de trenes...


Pues sí. Hoy toca otra de trenes. Ya sé que llevo una semana sin escribir absolutamente nada (Dios qué semana más improductiva... lo que hace la vaguería), pero bueno. Resulta que hace una semana y pico, me llamó el amigo TGV de Tranvía (Alberto), para informarme de que había "avistado" una bateadora y una dresina (para los no friki-trenes, son máquinas de mantenimiento y obras) en la estación de Aranda. Me dijo que ya les había tirado las fotos correspondientes, pero me quedé con las ganas de verlas, pues pensé que solamente estarían de paso hacia otro destino, no que estarían en Aranda y alrededores haciendo algún tipo de obras.

Pues este viernes me fui para Aranda, y a la que llegué, e iba circulando por la circunvalación de la antigua N-I, miro hacia la estación, y ¡oh! ¡qué veo! allí estaban dos dresinas con sus correspondientes bateadoras diciendo "ven a vermeeeee". Verdecitas en color verde ADIF, sin ninguna pintada ni nada, allí estaban quietecitas. Pues ni corto ni perezoso, fui hasta la rotonda del Sabeco, cambié de sentido y directo que me fui para la estación. Era un poco tarde (cerca de las ocho y media), así que tuve que abusar un poco de brillo en las fotos para que no quedaran demasiado oscuras (además hacía un frío de miedo), pero por lo menos queda testimonio gráfico de que alguien en el Ministerio se acuerda de nosotros de vez en cuando...


Mi idea era haber ido al día siguiente a ver el Talgo con Jorge, pero un puñetero atasco y la "huevería" de ciertos conductores me impidieron llegar a tiempo de poder situarme en una buena posición en la que hubiera salido una foto del Talgo con las dresinas. Así que justo a la que estaba saliendo del coche, entraba en la estación la 333.4 con el mini-Talgo. Tiempo justo de echarle un pequeño vistazo al tren, y poco más.

Se nos ocurrió que podíamos acercarnos hasta la estación de Fuentelcésped a ver si allí las máquinas habían arreglado o empezado a meter mano al tremendo destrozo que provocó una riada por una tormenta el pasado mes de septiembre, cuando el agua casi se lleva por delante la vía. Gracias a que en ese tramo la vía tiene traviesas monoblock (que pesan lo suyo...), porque si llega a tener las traviesas biblock que tiene el resto de la línea, habían aparecido los raíles en la carretera...

Pues nada, allí todo sigue practicamente igual. Me fijé en el "efectivo" sistema que habían usado las brigadas de infraestructuras el año pasado para "embridar" los cambios de las agujas de la estación (esto es, bloquear la aguja, para que solamente pueda estar en una posición, y que no se pueda mover accidentalmente). Y además, había como unos cortes en la vía, con unos curiosos empalmes, que juraría que la última vez que estuve por allí (a los pocos días de haber sido la riada), no estaban...


(Vista de la estación de Fuentelcésped desde el lado Aranda. La limitación a 10 km/h da idea de lo "frágil" que está la infraestructura en este tramo...)


(Pues sí... se supone que ahí debajo estaba la otra vía de cruce de la estación de Fuentelcésped. Y todo eso es la tierra que arrastró la torrentera en la tormenta de septiembre. Para haberse llevado como dije la vía entera...)


(Buena gana de que la maquinaria del cambio de agujas se lo lleven los amigos de lo ajeno... así que el ADIF desmontó la maquinaria después de embridar la aguja. Además... todo parece indicar que aquí nunca más se volverá a cruzar un tren...)



(Juraría que en septiembre cuando fui a ver la primera vez la estación después de la tormenta esto no estaba... Tiene toda la pinta como que hubieran cortado el carril para levantar todo un tramo, para alguna historia... pero a saber...)

domingo, 13 de abril de 2008

'Hoy no me puedo levantar'


Y no es porque el fin de semana me haya dejado fatal (como decía la canción de Mecano), que también podría ser, sino que es el título del musical que, ¡¡por fin!!, fui a ver el pasado viernes a Madrid con Araceli. Tras dos años y pico diciendo que a ver si vamos, a ver si vamos, ya Araceli hará cosa de un mes me lanzó un ultimátum, y me dijo que a ver cuándo íbamos. Aprovechando que una amiga suya del curro tenía que ir de Bilbao a Madrid el pasado viernes 11, y que, aparte de encontrar entradas para ese día para el musical (hace tiempo di por imposible el ir porque encontrar una entrada era practicamente imposible), encontré un billete con Tarifa Estrella para el AVE, pues para allá que nos fuimos.

De primeras... ¡qué gran invento el del AVE! Cuando el viernes me desperté a eso de las 12 de la mañana para irme preparando para coger el tren, pensaba: "Joe, si es que hace un año, a estas horas ya estaría montado en un Regional Exprés, con más de dos horas y media por delante de viaje... ¡y ahora estoy recién levantado!". Lo de tardar 55 minutos de Valladolid a Madrid es algo que todavía no he asimilado muy bien...


Así pues, a las 13:30 cogía mi AVE en dirección a Madrid, donde Araceli me estaría esperando, junto con el amigo Miguel, que comería con nosotros en el Vía 22. Llegada con tiempo a la estación de Campo Grande, justo a tiempo cuando un TECO de Continental Raíl hacía maniobras en la estación, y el AVE que me tenía que llevar a Chamartín se ponía en la vía de salidas. (Qué gusto por fin poder hacer fotos en las estaciones sin que nadie venga a tocarte la moral con lo de "está prohibido hacer fotos").


Al fondo, un AVE S-102 (Pato) estacionado esperando que le asignen un servicio, mientras se le acerca una 333.400 de Continental Raíl con el TECO procedente de Valencia, maniobrando en la playa de vías en ancho ibérico de Valladolid Campo Grande


Interior del coche clase Turista del Pato que me llevó a Chamartín. La comodidad hace honor al nombre de Talgo, el interiorismo está muy cuidado, las pantallas TFT, lo amplias que son las repisas para dejar el equipaje... Da gusto el AVE, da gusto...

El viaje en el AVE, como ya dije, espectacular. Es impresionante el cruzar los campos de Castilla y León a 300 km/h (a 330 km/h en cuanto en un par de meses esté completamente operativo el ERMTS Nivel II). Pasamos la estación de Segovia - Guimar a toda pastilla, y ale, ocho minutos de oscuridad atravesando los 29 kilómetros de los Túneles de Guadarrama. Después el Viaducto de Arroyo del Valle, Túneles de San Pedro et voilà, la madrileña estación de Chamartín.
En el tren volvieron a ponernos el mismo documental sobre el té de Kenia que nos pusieron aquel 23 de diciembre en el primer viaje que hice en el recién inaugurado AVE de Valladolid, pero como que no le hice en esta ocasión mayor caso... Disfrutar del viaje era lo principal. Y es que, parece que no has acabado de salir de Valladolid cuando ya estás viendo las torres Kio en el horizonte. ¡Impresionante!

Llegada a Chamartín, comida en el Vía 22 (como Dios manda, por supuesto), litrona para el cuerpo, combinado entre pecho y espalda, y caminito en el Metro hasta la parada de Gran Vía, donde nos esperaba el Teatro Movistar en Gran Vía, 54.

El musical fue sencillamente espectacular. Me lo pasé como un enano. La puesta en escena, la historia, la música, las coreografías, luces, efectos... todo, todo fue espectacular. Aunque no sea un seguidor del programa de televisión Fama, era como ver ese programa en vivo y en directo (sí, ya lo sé, efectos colaterales de vivir con dos enganchados al programa...). Creo que era mi primer musical que veía en plan serio, y no me defraudó. Las entradas que pillamos cumplieron muy bien su función (que la pela és la pela nen), y salvo porque Araceli tenía de compañero al típico niño repelente que no calla ni por un momento, y a mi lado estaban dos especímenes que no se sabía muy bien de qué película serie B se habían escapado, estuvo genial genial. No me extraña que gran parte del público acabase aplaudiendo de pie cuando terminó todo.

Casi cuatro horas de representación, que se pasaron volando. Y tan volando, que cuando nos quisimos dar cuenta, teníamos menos de una hora para llegar desde Gran Vía, hasta Chamartín para pillar el Estrella Atlántico que nos tenía que devolver a Valladolid. Paso ligero hasta la Plaza de España para coger ahí la línea 10 del Metro, y arreando hasta Chamartín. Uno de los últimos trenes Estrella que quedan en España (junto con el Costa Brava Madrid - Barcelona - Portbou / Cervère), nos esperaba en Chamartín para llevarnos (vía Ávila, nadie es perfecto...) hasta Valladolid.

¿Durante cuanto tiempo más se podrá ver esta imagen en Chamartín?


¿A Lugo? Son 10000...


Hay que ver qué fácil que nos acostumbramos a lo bueno (AVE) y lo que cuesta después volver a lo "malo" (2h 30m en un Estrella... de Madrid a Valladolid). Pero en fin, eso mejor que un Alsa. Llegada a Valladolid, paseíto hasta casa, y después de hacer un rato el mono, a dormir, que había sido un día duro. Pero mereció completamente la pena...

martes, 8 de abril de 2008

Tempus fugit

Hace dos mil años, en la época en que una ardilla podía ir desde Bilbao hasta Algeciras saltando de árbol en árbol sin tocar el suelo, los antepasados que habitaban nuestro terruño mesetario, utilizaban un latinajo para indicar que el tiempo fluye constante, invariable, imparable. El continuo espacio – tiempo de las leyes físicas, que en toda película de ficción científica que se precie, se modifica a voluntad de los protagonistas para dar trama a la historia. Pero en la realidad el pasado es inmutable. El tiempo pasa unas veces, dependiendo de nuestra percepción, más rápido, otras más lento. Pero lo que está claro es que no se detiene a nuestro gusto. Fluye constante. Y cuando eres pequeño, hay ocasiones en las que el tiempo parece que no pasa; esas clases infumables de asignaturas horribles de cuyo nombre no quiero acordarme, en las que parecía que las manillas del reloj se detenían para hacernos más larga la tortura de aquella instrucción. Otras veces, sobre todo cuando disfrutabas, deseabas con todas tus fuerzas que el minutero no avanzase en su imparable camino hacia el futuro, para que ese momento ideal durase por siempre. Pero nada, tanto en uno como en otro caso, el tiempo fluía, fluye y seguirá fluyendo imparable, constante, metódico. No sé si es una percepción mía, o es general, pero me da la impresión de que según vamos avanzando en edad, parece que el tiempo cada vez pase más deprisa. Parece que era ayer cuando salíamos de casa corriendo porque llegábamos tarde al colegio. Parece que fue ayer cuando, tras haber pasado con éxito la selectividad, poníamos rumbo a nuestro nuevo lugar de residencia, dejando atrás los años vividos en Aranda, mirando de frente, cara a cara, a nuestro nuevo futuro. Y sin embargo no. Si miramos el calendario, la prueba irrefutable del paso del tiempo ahí está. La gente cambia, las ciudades, las situaciones, todo. El paso del tiempo no perdona. Es en ese momento cuando te das cuenta de los aciertos, y de los errores del pasado. Cuando dejas volar la imaginación, y piensas qué hubiera pasado si hubiera sucedido tal cosa, si no hubieras tocado aquello, o si hubieras estado en aquel lugar en aquel momento concreto. Es cuando echas de menos una máquina del tiempo que te permitiera jugar a ser Dios, y cambiar el espacio y el tiempo a tu gusto. Pero no, la realidad es la que es, y no admite devoluciones. El rodillo del tiempo pasa implacable, sin piedad. Nos viene entonces a la mente otro latinajo, aquel que dice ‘carpe diem’, disfrutemos del momento. Solo se vive una vez; aprovechemos bien el tiempo que se nos ha concedido.

lunes, 7 de abril de 2008

Valle del Jerte 2008 (Jueves Santo de 2008)

A mi padre de vez en cuando se le ocurren ideas de bombero, así de repente, que suelen conllevar alguna 'catástrofe' (no en el sentido literal de la palabra). Y es que cuando las cosas no se planifican y se hacen un poco a lo loco, sin un mínimo de programación, pues no suelen acabar bien. Pero bueno, eso es otro asunto... Y bueno, como a mi padre se le ocurren de vez en cuando ideas de bombero, pues se le ocurrió, en plena noche de martes a miércoles santo (ver entrada de 'Martes santo en Valladolid'), que quería ir a ver arbolitos el jueves santo (ni más ni menos), y pasar jueves y viernes por ahí, de turismo. Nada de reservar hoteles, ni nada parecido. ¡Para qué, si al fin y al cabo íbamos a ser nosotros los únicos que nos íbamos a mover esos días! (nótese la dosis de ironía en la frase). Pues nada... a mi que me "convenció", y el jueves santo, salimos de Aranda en dirección al Valle del Jerte. En origen, la idea principal era ir jueves santo al Valle del Jerte (junto con Hervás que por recomendación de Jorge se unió al programa), y el viernes santo, recorrer un poco la frontera hispano - portuguesa por la zona de Fuentes de Oñoro, Almeida, La Fregeneda (lugar que todavía se me resiste), y si daba tiempo, algo de Las Arribes del Duero. Pero bueno, finalmente, por circunstancias mayores, se acabó la "excursión" ese mismo jueves.

Salimos de Aranda por la mañana, y pusimos dirección a Segovia, para después pasar por Ávila, seguir por la N-110 en dirección hacia el Barco de Ávila, Piedrahita, Puerto de Tornavacas, y finalmente, el Valle del Jerte. Parada en Barco de Ávila para comer. Tras una comida un tanto movida (el servicio dejó bastante que desear...), echamos un vistacillo al castillo, que quizá era lo que más nos podíamos permitir el lujo de visitar (porque íbamos con el tiempo un tanto pillados -volvemos a lo mismo de falta de organización-).


Castillo de El Barco de Ávila (Por dentro está completamente hueco, aunque no lo parezca. Curiosa forma de decir, ¡tenemos castillo!, y a la vez, poder conservarlo medianamente bien...)


Panorámicas de El Barco de Ávila, con la Sierra de Gredos y sus cumbres nevadas al fondo


Seguimos subiendo en dirección al Puerto de Tornavacas y Extremadura, el destino de nuestro viaje. Tras un tiempo en el que la carretera pasó de ser "de montaña", a "muy de montaña", llegamos a lo alto del Puerto, y pudimos disfrutar de unas vistas muy fabulosas, muy bonitas (y eso que todavía no habíamos visto lo mejor de lo que ofrecía el Valle).


¿Qué mira todo el mundo con tanta afluencia?

¡Esto! Foto del Valle del Jerte en toda su extensión. Al fondo hay un embalse bastante grande, y un poco más hacia el sur, está la ciudad de Plasencia. Teniendo el sol de frente, demasiado quizá es que ha salido la foto que ha salido...

Castilla y León hacia el norte, Extremadura hacia el sur...

Alberto, va por usté. Repetidores de Telebellotari. Apuntan hacia el Valle del Jerte, a poquitos metros de la 'frontera' entre Castilla y León y Extremadura, en lo alto del Puerto de Tornavacas

La gente por estos lares supongo que nunca verá tanto turista junto, y, como es normal, intentan hacer su agosto en pleno mes de marzo. Todo el alto del Puerto, estaba plagadito de gente vendiendo alubias, miel, cerezos en maceta, etc etc. ¡La delicia de los madrileños!

Según se va bajando el puerto, la carretera va empeorando bastante, sobre todo en cuestión de curvas, etc. El valle desciende de una manera bastante fuerte, y la carretera pues tiene que irse amoldando como puede. Por suerte, no sé si porque ese día estuviera prohibido, o porque los camiones prefieren irse por la nueva Autovía de la Plata por Hervás y Béjar, aunque tengan que dar un pequeño rodeo, no vimos un solo camión. Eso sí... autobuses llenos de turistas, de jubilados y de gente varia, a mansalva. Y es que el espectáculo lo merecía...

Anda que quién nos iba a decir que estábamos a casi 350 km de casa (esta carretera, la N-110 empieza en San Esteban de Gormaz, a unos 40 kilómetros de Aranda, y acaba en Plasencia)

Y por fin, según se seguía bajando por el Valle, se empiezan a ver los cerezos en flor, y empieza el espectáculo propiamente dicho. Precioso sin más...

Fotos, fotos y más fotos pude hacer en la hora aproximada que estuvimos por allí. Y es que cada curva de la carretera, cada camino que se metía en el que se podía aparcar, cada finca un poco aislada sin estar atestada de turistas, era propicia para hacer una foto preciosa.

Y tras llegar a Jerte, subimos por un puerto, si es que se puede llamar así, con unas vistas absolutamente fabulosas y espectaculares, pero con una carretera en la que dificilmente cabían dos coches con "normalidad", y no apta precisamente para conductores poco expertos. Nuestro destino, Hervás, en el Valle del Ambroz. El puerto en cuestión es el Puerto de Honduras. Impresionante. De un lado, el valle, con un barranco sin guardarraíles ni historias. Vamos, que si te despeñabas por ahí no lo contabas. Mientras que de frente venían coches que iban desde Hervás a Jerte, y viceversa. Toda una odisea. Con decir que yo iba con una mano sujetando la cámara (para hacer alguna foto si se prestaba la situación), y con otra sujeta en el mango este que hay encima de las puertas para sujetarte... Al final, tras casi cuarenta y cinco minutos largos para recorrer 20 kilómetros, se llegaba a Hervás...

La vida que desprendía la villa era impresionante. Estaba hasta arriba de gente (lo que pude comprobar previamente el día antes llamando a algún alojamiento que había por allí, y en el que me informaron de que estaba todo completo). Lo más importante que había que visitar, mientras el sol nos dejase, era la judería, quizá lo más famoso de Hervás.

Precioso, muy pintoresco, un pueblo muy bonito que me gustó, y al que me gustaría volver más tranquilamente para poder conocerlo y visitarlo más completamente, con más calma, y no teniendo que hacer virguerías contínuamente con la cámara para que las fotos no salieran oscuras, pues el tiempo no se detiene por mucho que queramos, y se iba ocultando lentamente tras las montañas (además, el estar en un Valle bastante profundo, rodeado de montañas altas no ayudaba...).

No puede faltar en mi blog foto alguna que tenga que ver con el ferrocarril, y si encima es tan curiosa como esta, y en un lugar tan desconocido aficionalmente como pueda ser la zona que recorre la antigua Vía de la Plata. Da mucha pena ver los carriles oxidados, y solo podemos echar la imaginación a volar e imaginarnos ese puente cruzado por el TER Sevilla - Gijón, o por cuantiosos trenes de mercancías de norte a sur sin tener que pasar por Madrid. Esperemos que el sentido común se imponga en un futuro no muy lejano, y volvamos a ver pasar trenes en una de las rutas transversales más importantes que deberíamos tener en España...


Estampas curiosas en plena judería de Hervás. Es impresionante, cruzas una calle, empiezas a callejear, y te encuentras como en una burbuja temporal.

¿Quién dijo que las cabinas "curiosas" solo estaban en los territorios británicos? En Hervás, una cabina telefónica en plena judería, perfectamente integrada en el entorno...

Curiosa foto en la judería de Hervás

De aquí se supone que nuestro destino era, para pernoctar y al día siguiente continuar visita turística, Ciudad Rodrigo. Pero no... los planes se trastocaron, y aquí acabó un día bastante completo.

El Valle del Jerte, "nevado", precioso. Lo recomiendo efusivamente. Encima este año, al caer tan pronto la Semana Santa, estaba hasta arriba, literalmente, de madrileños y gentes venidas de muchísimas partes a completar ese espectáculo. Fui excéptico de primeras cuando me dijo mi padre que quería ir a verlo, pero salí muy muy contento. Es expectacular...

Y como dije anteriormente, una imagen vale más que mil palabras. Juzguen...


Esta es la típica foto que no buscas, y que el destino te otorga para complacer tu ego y hacerte sentir, aunque solo sea por un instante, todo un artista de la fotografía. Quería hacer una foto a un ramillete de cerezos, para ir probando modos varios de la cámara, como el macro, cuando de repente, como si de un avión se tratara, apareció este abejón enorme (no exagero si digo que tendría cerca de 3 cm de grande...) y se posó encima de una flor. Tiempo justo de dar al modo macro de la cámara, apuntar lo mejor posible, y rezar para que el bicho siga ahí en el momento de dar al botón de disparo, sin que repare en tu presencia y decida hacerte una visita... Quizá, de todas las fotos que habré hecho en mi vida, la que mejor me ha quedado. ¿O no? Jeje...

¡Qué mala es la pereza!

Vergüenza me tenía que dar... Desde el pasado miércoles 19 de marzo sin escribir una miserable línea en el blog. Y anda que no han pasado cosas que contar... lugares visitados... anécdotas varias. Pero sí, me he dejado llevar simple y llanamente por uno de los pecados capitales, que es la "pereza". Totalmente. Era en plan de 'debería subir las fotos al blog', 'debería escribir tal o cual' pero nada, al final siempre era 'luego', 'luego' y ese luego se ha convertido en más de quince días sin escribir absolutamente nada por aquí. Así que ya era hora. Y como no hay mejor dicho que el 'no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy', pues en ello me estoy aplicando el cuento ahora. Así que en fin... intentaré colgar, aunque sean de hace casi un mes, varias fotos de lugares en los que he estado ultimamente, alguna sobre todo a colación de alguna referencia que hace el amigo Alberto desde su blog, referente al Valle del Jerte. Porque hay veces que una imagen vale más que mil palabras...

Intentaré (porque lo de prometer y no cumplir está mal visto), mantener esto un poco más actualizado. Que además ahora que empieza el buen tiempo y tal, se presta la situación a conocer muchos más lugares, etc...

Veremos en qué quedan las buenas intenciones.