A mi padre de vez en cuando se le ocurren ideas de bombero, así de repente, que suelen conllevar alguna 'catástrofe' (no en el sentido literal de la palabra). Y es que cuando las cosas no se planifican y se hacen un poco a lo loco, sin un mínimo de programación, pues no suelen acabar bien. Pero bueno, eso es otro asunto... Y bueno, como a mi padre se le ocurren de vez en cuando ideas de bombero, pues se le ocurrió, en plena noche de martes a miércoles santo (ver entrada de 'Martes santo en Valladolid'), que quería ir a ver
arbolitos el jueves santo (ni más ni menos), y pasar jueves y viernes por ahí, de turismo. Nada de reservar hoteles, ni nada parecido. ¡Para qué, si al fin y al cabo íbamos a ser nosotros los únicos que nos íbamos a mover esos días! (nótese la dosis de ironía en la frase). Pues nada... a mi que me "convenció", y el jueves santo, salimos de Aranda en dirección al
Valle del Jerte. En origen, la idea principal era ir jueves santo al Valle del Jerte (junto con Hervás que por recomendación de Jorge se unió al programa), y el viernes santo, recorrer un poco la frontera hispano - portuguesa por la zona de Fuentes de Oñoro, Almeida, La Fregeneda (lugar que todavía se me resiste), y si daba tiempo, algo de
Las Arribes del Duero. Pero bueno, finalmente, por circunstancias mayores, se acabó la "excursión" ese mismo jueves.
Salimos de Aranda por la mañana, y pusimos dirección a Segovia, para después pasar por Ávila, seguir por la N-110 en dirección hacia el Barco de Ávila, Piedrahita, Puerto de Tornavacas, y finalmente, el Valle del Jerte. Parada en Barco de Ávila para comer. Tras una comida un tanto movida (el servicio dejó bastante que desear...), echamos un vistacillo al castillo, que quizá era lo que más nos podíamos permitir el lujo de visitar (porque íbamos con el tiempo un tanto pillados -volvemos a lo mismo de falta de organización-).

Castillo de El Barco de Ávila (Por dentro está completamente hueco, aunque no lo parezca. Curiosa forma de decir, ¡tenemos castillo!, y a la vez, poder conservarlo medianamente bien...)


Panorámicas de El Barco de Ávila, con la Sierra de Gredos y sus cumbres nevadas al fondo
Seguimos subiendo en dirección al Puerto de Tornavacas y Extremadura, el destino de nuestro viaje. Tras un tiempo en el que la carretera pasó de ser "de montaña", a "muy de montaña", llegamos a lo alto del Puerto, y pudimos disfrutar de unas vistas muy fabulosas, muy bonitas (y eso que todavía no habíamos visto lo mejor de lo que ofrecía el Valle).


¿Qué mira todo el mundo con tanta afluencia?

¡Esto! Foto del Valle del Jerte en toda su extensión. Al fondo hay un embalse bastante grande, y un poco más hacia el sur, está la ciudad de Plasencia. Teniendo el sol de frente, demasiado quizá es que ha salido la foto que ha salido...

Castilla y León hacia el norte, Extremadura hacia el sur...

Alberto, va por
usté. Repetidores de
Telebellotari. Apuntan hacia el Valle del Jerte, a poquitos metros de la 'frontera' entre Castilla y León y Extremadura, en lo alto del Puerto de Tornavacas

La gente por estos lares supongo que nunca verá tanto turista junto, y, como es normal, intentan hacer su
agosto en pleno mes de marzo. Todo el alto del Puerto, estaba plagadito de gente vendiendo alubias, miel, cerezos en maceta, etc etc. ¡La delicia de los madrileños!
Según se va bajando el puerto, la carretera va empeorando bastante, sobre todo en cuestión de curvas, etc. El valle desciende de una manera bastante fuerte, y la carretera pues tiene que irse amoldando como puede. Por suerte, no sé si porque ese día estuviera prohibido, o porque los camiones prefieren irse por la nueva Autovía de la Plata por Hervás y Béjar, aunque tengan que dar un pequeño rodeo, no vimos un solo camión. Eso sí... autobuses llenos de turistas, de jubilados y de gente varia, a mansalva. Y es que el espectáculo lo merecía...

Anda que quién nos iba a decir que estábamos a casi 350 km de casa (esta carretera, la N-110 empieza en San Esteban de Gormaz, a unos 40 kilómetros de Aranda, y acaba en Plasencia)
Y por fin, según se seguía bajando por el Valle, se empiezan a ver los cerezos en flor, y empieza el espectáculo propiamente dicho. Precioso sin más...


Fotos, fotos y más fotos pude hacer en la hora aproximada que estuvimos por allí. Y es que cada curva de la carretera, cada camino que se metía en el que se podía aparcar, cada finca un poco aislada sin estar atestada de turistas, era propicia para hacer una foto preciosa.
Y tras llegar a Jerte, subimos por un puerto, si es que se puede llamar así, con unas vistas absolutamente fabulosas y espectaculares, pero con una carretera en la que dificilmente cabían dos coches con "normalidad", y no apta precisamente para conductores poco expertos. Nuestro destino,
Hervás, en el Valle del Ambroz. El puerto en cuestión es el Puerto de Honduras. Impresionante. De un lado, el valle, con un barranco sin guardarraíles ni historias. Vamos, que si te despeñabas por ahí no lo contabas. Mientras que de frente venían coches que iban desde Hervás a Jerte, y viceversa. Toda una odisea. Con decir que yo iba con una mano sujetando la cámara (para hacer alguna foto si se prestaba la situación), y con otra sujeta en el mango este que hay encima de las puertas para sujetarte... Al final, tras casi cuarenta y cinco minutos largos para recorrer 20 kilómetros, se llegaba a Hervás...
La vida que desprendía la villa era impresionante. Estaba hasta arriba de gente (lo que pude comprobar previamente el día antes llamando a algún alojamiento que había por allí, y en el que me informaron de que estaba todo completo). Lo más importante que había que visitar, mientras el sol nos dejase, era la judería, quizá lo más famoso de Hervás.
Precioso, muy pintoresco, un pueblo muy bonito que me gustó, y al que me gustaría volver más tranquilamente para poder conocerlo y visitarlo más completamente, con más calma, y no teniendo que hacer virguerías contínuamente con la cámara para que las fotos no salieran oscuras, pues el tiempo no se detiene por mucho que queramos, y se iba ocultando lentamente tras las montañas (además, el estar en un Valle bastante profundo, rodeado de montañas altas no ayudaba...).

No puede faltar en mi blog foto alguna que tenga que ver con el ferrocarril, y si encima es tan curiosa como esta, y en un lugar tan desconocido aficionalmente como pueda ser la zona que recorre la antigua Vía de la Plata. Da mucha pena ver los carriles oxidados, y solo podemos echar la imaginación a volar e imaginarnos ese puente cruzado por el TER Sevilla - Gijón, o por cuantiosos trenes de mercancías de norte a sur sin tener que pasar por Madrid. Esperemos que el sentido común se imponga en un futuro no muy lejano, y volvamos a ver pasar trenes en una de las rutas transversales más importantes que deberíamos tener en España...

Estampas curiosas en plena judería de Hervás. Es impresionante, cruzas una calle, empiezas a callejear, y te encuentras como en una burbuja temporal.

¿Quién dijo que las cabinas "curiosas" solo estaban en los territorios británicos? En Hervás, una cabina telefónica en plena judería, perfectamente integrada en el entorno...

Curiosa foto en la judería de Hervás
De aquí se supone que nuestro destino era, para pernoctar y al día siguiente continuar visita turística, Ciudad Rodrigo. Pero no... los planes se trastocaron, y aquí acabó un día bastante completo.
El Valle del Jerte, "nevado", precioso. Lo recomiendo efusivamente. Encima este año, al caer tan pronto la Semana Santa, estaba hasta arriba, literalmente, de madrileños y gentes venidas de muchísimas partes a completar ese espectáculo. Fui excéptico de primeras cuando me dijo mi padre que quería ir a verlo, pero salí muy muy contento. Es expectacular...
Y como dije anteriormente, una imagen vale más que mil palabras. Juzguen...

Esta es la típica foto que no buscas, y que el destino te otorga para complacer tu ego y hacerte sentir, aunque solo sea por un instante, todo un artista de la fotografía. Quería hacer una foto a un ramillete de cerezos, para ir probando modos varios de la cámara, como el
macro, cuando de repente, como si de un avión se tratara, apareció este
abejón enorme (no exagero si digo que tendría cerca de 3 cm de grande...) y se posó encima de una flor. Tiempo justo de dar al modo
macro de la cámara, apuntar lo mejor posible, y rezar para que el bicho siga ahí en el momento de dar al botón de disparo, sin que repare en tu presencia y decida hacerte una visita... Quizá, de todas las fotos que habré hecho en mi vida, la que mejor me ha quedado. ¿O no? Jeje...