Salimos de Aranda por la mañana, y pusimos dirección a Segovia, para después pasar por Ávila, seguir por la N-110 en dirección hacia el Barco de Ávila, Piedrahita, Puerto de Tornavacas, y finalmente, el Valle del Jerte. Parada en Barco de Ávila para comer. Tras una comida un tanto movida (el servicio dejó bastante que desear...), echamos un vistacillo al castillo, que quizá era lo que más nos podíamos permitir el lujo de visitar (porque íbamos con el tiempo un tanto pillados -volvemos a lo mismo de falta de organización-).

Castillo de El Barco de Ávila (Por dentro está completamente hueco, aunque no lo parezca. Curiosa forma de decir, ¡tenemos castillo!, y a la vez, poder conservarlo medianamente bien...)
Seguimos subiendo en dirección al Puerto de Tornavacas y Extremadura, el destino de nuestro viaje. Tras un tiempo en el que la carretera pasó de ser "de montaña", a "muy de montaña", llegamos a lo alto del Puerto, y pudimos disfrutar de unas vistas muy fabulosas, muy bonitas (y eso que todavía no habíamos visto lo mejor de lo que ofrecía el Valle).



Según se va bajando el puerto, la carretera va empeorando bastante, sobre todo en cuestión de curvas, etc. El valle desciende de una manera bastante fuerte, y la carretera pues tiene que irse amoldando como puede. Por suerte, no sé si porque ese día estuviera prohibido, o porque los camiones prefieren irse por la nueva Autovía de la Plata por Hervás y Béjar, aunque tengan que dar un pequeño rodeo, no vimos un solo camión. Eso sí... autobuses llenos de turistas, de jubilados y de gente varia, a mansalva. Y es que el espectáculo lo merecía...

Y por fin, según se seguía bajando por el Valle, se empiezan a ver los cerezos en flor, y empieza el espectáculo propiamente dicho. Precioso sin más...


Y tras llegar a Jerte, subimos por un puerto, si es que se puede llamar así, con unas vistas absolutamente fabulosas y espectaculares, pero con una carretera en la que dificilmente cabían dos coches con "normalidad", y no apta precisamente para conductores poco expertos. Nuestro destino, Hervás, en el Valle del Ambroz. El puerto en cuestión es el Puerto de Honduras. Impresionante. De un lado, el valle, con un barranco sin guardarraíles ni historias. Vamos, que si te despeñabas por ahí no lo contabas. Mientras que de frente venían coches que iban desde Hervás a Jerte, y viceversa. Toda una odisea. Con decir que yo iba con una mano sujetando la cámara (para hacer alguna foto si se prestaba la situación), y con otra sujeta en el mango este que hay encima de las puertas para sujetarte... Al final, tras casi cuarenta y cinco minutos largos para recorrer 20 kilómetros, se llegaba a Hervás...
La vida que desprendía la villa era impresionante. Estaba hasta arriba de gente (lo que pude comprobar previamente el día antes llamando a algún alojamiento que había por allí, y en el que me informaron de que estaba todo completo). Lo más importante que había que visitar, mientras el sol nos dejase, era la judería, quizá lo más famoso de Hervás.
Precioso, muy pintoresco, un pueblo muy bonito que me gustó, y al que me gustaría volver más tranquilamente para poder conocerlo y visitarlo más completamente, con más calma, y no teniendo que hacer virguerías contínuamente con la cámara para que las fotos no salieran oscuras, pues el tiempo no se detiene por mucho que queramos, y se iba ocultando lentamente tras las montañas (además, el estar en un Valle bastante profundo, rodeado de montañas altas no ayudaba...).




De aquí se supone que nuestro destino era, para pernoctar y al día siguiente continuar visita turística, Ciudad Rodrigo. Pero no... los planes se trastocaron, y aquí acabó un día bastante completo.
El Valle del Jerte, "nevado", precioso. Lo recomiendo efusivamente. Encima este año, al caer tan pronto la Semana Santa, estaba hasta arriba, literalmente, de madrileños y gentes venidas de muchísimas partes a completar ese espectáculo. Fui excéptico de primeras cuando me dijo mi padre que quería ir a verlo, pero salí muy muy contento. Es expectacular...
Y como dije anteriormente, una imagen vale más que mil palabras. Juzguen...

Esta es la típica foto que no buscas, y que el destino te otorga para complacer tu ego y hacerte sentir, aunque solo sea por un instante, todo un artista de la fotografía. Quería hacer una foto a un ramillete de cerezos, para ir probando modos varios de la cámara, como el macro, cuando de repente, como si de un avión se tratara, apareció este abejón enorme (no exagero si digo que tendría cerca de 3 cm de grande...) y se posó encima de una flor. Tiempo justo de dar al modo macro de la cámara, apuntar lo mejor posible, y rezar para que el bicho siga ahí en el momento de dar al botón de disparo, sin que repare en tu presencia y decida hacerte una visita... Quizá, de todas las fotos que habré hecho en mi vida, la que mejor me ha quedado. ¿O no? Jeje...
3 comentarios:
Danke, danke. Es una zona preciosa, yo estuve de muy peque y apenas me acuerdo, salvo por algunas fotos que lo confirman. Sería allá por 1988 o así.
Yo el valle del Jerte lo enfoco desde el sur, desde Plasencia, y nunca he subido más allá de Navaconcejo. Bueno, un poco más, justo hasta esa carretera que une el valle del Jerte con el del Ambroz, el Puerto de Honduras. Allá por mediados de losaños 90 era peligrosísima, daba miedo porque muchas veces tenías el precipicio a tu lado, y como vinieran dos coches...
Y Hervás, precioso también, con su barrio judío. Recuerdo que había una calle en la que apenas cabía una persona. Y muy buenos sitios donde comer, carne en especial. Hay muchas excursiones que se pueden hacer por ahí, desde las gargantas en la zona del valle del Jerte, a la zona de la Vera, pasando por Yuste, y, hacia el oeste, las Hurdes. ¿No te vendían jalea real? Y ya en Salamanca, La Alberca, preciosa villa castellana. Tantas cosas por hacer y recordar casi al lado de casa...
Por cierto, el escudo extremeño en color y el castellano sin él, eso no puede ser...
Hombre... jeje, a ver. Date cuenta que el cartel de entrada a Castilla y León está mirando al sur, y le tiene que pegar ahí unas solanas impresionantes en pleno verano. Por no contar el viento, la nieve, el frío, etc...
La zona de Béjar y tal queda pendiente de otra visita (con interés ferroviario, si puede ser), que lo mismo, lo tenemos al lado de casa y no lo conocemos.
Habrá que aprovechar ahora que empieza el buen tiempo.
Kaixo!,
Me encanta que os haya gustado, mi pueblo es Jerte y voy allá una vez al mes como mínimo. Soy de Madrid, un adolescente en una ciudad con muchos peligros y con demasiada gente. En cambio, cuando bajo a mi pueblo, es un placer de poder respirar, y poder ir a las gargantas que solo yo conozco.. o si las conocen algunos más, nunca les veo y sentarme ahi o tumbarme o incluso bañarme (el agua está helada eso si :O)
Y lo malo es que la gente solo va cuando hay cerezo en flor, si es lo más espectacular, no lo duddo, pero se disfruta mucho menos, porque hay muchos coches y por pon er un ejemplo de ir de Tornavacas a Jerte (7km) puedes estar media hora, y los que vienen para alejarse de la ciudad ven que el pueblo esta tan abarrotado como la ciudad y no vuelven. Por eso, os recomendaría que vinierais un poco despus del Cerezo en flor, cuando la cogida de cerezas, (por cierto, si quereis alguno cuando paseis por el bar Napoleon, (llegando a Jerte) os parais y en la finca de al lado me buscais para que os de un cajon de cerezas... es lo que tiene tener muchas fincas, que alguno tiene que cogerlo.. jejeje.
Un saludo Frescosa y muchas gracias por mencionar a mi pueblo ;)
PD: tambien si quereis fiestas y buen ambiente podeis venir en verano. En el cristo, en las ferias, en el Dia del Joven, etc...
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