martes, 4 de marzo de 2008

Ser 'representante de la administración' y no morir congelado en el intento...

El próximo domingo 9 de mayo, volveré a ejercer como Representante de la Administración en Castrillo de la Vega, a 5 km de Aranda. Esperemos que en esta ocasión la Guardia Civil no me multe por entrar en Castrillo a 63 km/h, y luego el domingo no tenga problemas para entregar las actas... ¡Pero bueno, esa no es la cuestión!

Total, que esta tarde me tuve que acercar a Burgos para recoger los papelotes con los que recoger el escrutinio y los avances de participación, así como el cheque para poder pagar a los presidentes de mesa, vocales, etc el próximo domingo.

Ya había oído en las noticias y en las previsiones del tiempo que hoy bajarían las temperaturas, pero en ningún momento me imaginé que fuera a pasar lo de esta tarde. Salgo de Valladolid a eso de las cuatro de la tarde, para llegar un poco pronto y librarme de la reunión, dejando en la ciudad del Pisuerga un sol radiante. Bien es cierto que no tan buena temperatura que en días anteriores, pero estaba casi despejado totalmente. Enfilo camino a Burgos, y durante todo el camino, sol, sol y más sol. Mucho viento lateral, lo que en algunos momentos dificultaba un poco el viaje, y hacía prestar más atención de la normal a la carretera, pero todo bien.
Según me acerco a Burgos, a eso de 10 km antes de llegar, veo frente a mí todo negro negro (tipo como cuando se acerca una tormenta de verano). Me lo empiezo a temer... Comienza a chispear un poquito, y así de repente, el chispeo se convierte en nieve. ¡¡Nieve a toda pastilla!! No me lo podía creer. En dos kilómetros pasamos de un sol radiante a una ventisca con nieve cayendo de todas partes. Según entro en Burgos, aparte de no verse con facilidad por culpa de la ventisca, se ve que la nieve está empezando a cuajar, y que no solamente los tejados se quedan blancos.


(A la entrada de Burgos desde el coche, según estamos entrando en la Avenida de Cantabria)


Consigo aparcar rápidamente, sin tener que irme muy lejos de mi destino (el auditorio de Caja de Burgos en la Avenida de Cantabria), pero seguía cayendo nieve a raudales. Me quedé heladito en el tramo que había desde donde dejé el coche hasta el auditorio (unos 100 metros a lo sumo), y todo por ir con una mano sujetando el paraguas (gracias a que lo llevaba en el coche, que si no...), y en la otra mano el móvil sacando fotos a diestro y siniestro (sí, ya sé que soy un poco friki).



(Termómetro de la Avenida de Cantabria; serían las cinco y media de la tarde. La sensación térmica, con nieve cayendo de todas las direcciones era mucho menor)


Finalmente, una vez llegado al Auditorio, me acerco a recoger mi sobre. Le indico mi referencia a la señorita que me correspondía (había allí cinco funcionarias, para ir repartiendo los sobres con la documentación), y una vez entregada, así como que no tiene la cosa, me fui directamente otra vez a la calle. Lo que menos me apetecía en ese momento era quedarme en una reunión en la que ya sabía lo que me iban a decir (el funcionamiento del día de elección, nuestra función, cómo tomar los datos, etc), y estaba preocupado por si el tiempo empeoraba, y la cosa se ponía más fea para volver a Valladolid en coche (para una vez que voy a Burgos en coche y no en tren...).


(Cartel electoral del PP, con Aparicio. También tenía cara de frío, jeje)


(Mi pobre coche cubierto de nieve. No sé si ha sido porque el coche estaba lleno de polvo anteriormente, o porque la nieve ha adsorbido toda la mierda que flotaba en el ambiente en Burgos, pero se ha quedado hecho una mierda. Todo lleno de polvo, barro y sustancias extrañas)

Cuando regresé al coche el primer impulso fue arrancarlo, y salir zumbando para Valladolid, pero al ver que el tiempo mejoraba, decidí llamar a Paco que vive cerca, quedar con él y tomar un café caliente mientras despotricábamos un poco sobre la Junta y el Gobierno a propósito del tema del ferrocarril en Aranda.

Al volver, Burgos se veía de otra manera, sobre todo por no tener que estar muerto de frío, mietras te cae nieve por todas partes...


La sabiduría popular, dice que cuando está helando, no puede nevar. Por ello, mientras en Burgos caía una ventisca considerable, que dejó blanca toda la ciudad, el termómetro no bajó de los 0 ºC (1 ºC marcaba el de la Avenida de Cantabria como se puede ver más arriba). Sin embargo, a las 18:49 (sí, el reloj va con una hora de adelanto), cuando ya no nevaba, la temperatura cayó por debajo del punto de congelación.


Y a la que salíamos de Burgos, volvió a nevar con fuerza otra vez. Curiosamente, a los 10 kilómetros volvía otra vez a estar todo despejado. Será que Burgos tiene un imán asombroso para los temporales de nieve, porque si no, ya es casualidad que siempre pase la misma...

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